CARGA DE LA CABALLERÍA PESADA TEMPLARIA

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martes, 10 de julio de 2012

OCCITANIA: HACIA LOS ORÍGENES DE LA HEREJÍA CÁTARA

Occitania es el nombre con el que se designa al territorio en el que tradicionalmente se ha hablado el idioma de Oc, el occitano.  También comprende un pequeñísimo territorio en el Valle de Arán, en Cataluña (único lugar en el mundo donde se considera el idioma oficial, junto al español y el catalán) y en los Valles Occitanos del Piamonte italiano.  Sobre la etimología del occitano o de la lengua de Oc han corrido ríos de tinta, pero parece que lo más probable es que proceda del occitano medieval, así su significado sería simplemente “sí”. Y otro dato importante es el hecho de actualmente los hablen aproximadamente ocho millones de personas, mientras que otros 7 millones, al menos lo comprenden. Según muchos autores, más que un idioma, es una familia de idiomas en el que confluyen el auvernense, el gascón, con el aranés, el bigorrés y el bearnés, el limosín, el languedociano, el provenzal, el vivaroalpino o provenzal alpino, el judeoprovenzal o shuadit. Pero también hay otros muchos autores que se apartan de la perspectiva francesa oficial y que postulan que todos estos no son más que dialectos de un mismo idioma. Sin embargo, sí que es destacable el hecho de que fuera precisamente el occitano el vehículo empleado para la primera poesía vernácula de Europa en la Edad Media. Tanto era así, que en la propia Divina Comedia de Dante, hay un trovador que habla en occitano. Los trovadores y los juglares empleaban esta lengua para contar y cantar sus historias. Además, fue una lengua con rango administrativo a la par que el latín.  Tras la Revolución francesas, el occitano estuvo perdido, aunque continuó siendo la lengua corriente de una gran mayoría de población, especialmente en el entorno rural del sur del país hasta bien entrado el siglo XX.
En la actualidad se experimenta una recuperación del idioma a muchos niveles, sin por ello postergar el francés de ninguna manera, pero un detalle curioso y muy simpático es el hecho de poder encontrar los nombres de las calles en ambos idiomas. Lo cual permite conocer más profundamente el verdadero significado de algunas palabras que, para los hispanohablantes nos resulta complicado comprender directamente el francés. Porque no sólo se trata de las calles, sino que éstas suelen dar nombre a barrios, a establecimientos, restaurantes, hoteles, etc.

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