Considerado uno de los edificios públicos más hermosos de su época por escala, uso y aplicación tecnológica: el Mercado Central de Santiago representó un hito fundamental en lo que era la periferia norte de la incipiente ciudad. Se construyó al borde de una ribera sur del Río Mapocho, en una explanada, zona que aún estaba poco consolidada, debido a las salidas repentinas del río que tuvieron su fin con el encajonamiento definitivo que se haría durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda.
La manzana donde se emplazó esta obra corresponde hoy a la cuadra comprendida entre las calles Ismael Valdés Vergara, Puente, 21 de Mayo y San Pablo, y se ocupó en sus inicios como cancha de desperdicios, llamado “Basural de los Dominicos”.
En sus inicios durante la Colonia, lo que se conocía por abastos de productos de chacra, hielo y hierbas, se daba en puestos informales en la Plaza de Armas. Ante el desorden y la suciedad que se producía, el Director Supremo Bernardo O’Higgins mandó trasladar, hacia 1817, estos baratillos a la explanada. La cual fue destruida durante un incendio en 1864, lo que llevó a las autoridades de la época en definitiva a ubicar allí un avanzado proyecto para su tiempo. La tradición comercial del sector, unida a que allí convergían el camino a Valparaíso, con todo el comercio marítimo; hicieron que se eligiera ese lugar para construir lo que se llamaría “Plaza de Abastos de Santiago”.
El municipio encarga entonces al arquitecto Manuel Aldunante proyectar el original edificio, pues tenía un gran sentido de la composición del Renacimiento y del Neoclásico, realizó los planos aprovechando el empleo del hierro y el acero de reciente introducción a Chile, para que en Gran Bretaña se fabricaran los pilares, vigas, arcos y tensores. Se dispone de un núcleo central techado de 46 metros de lado con una torre-linterna de gráciles proporciones, cuatro faldones cuervos y aguja, armazón que significó un inédito manejo de la luz interior y sistema de ventilación cruzada. A esta estructura de cuatro pilares centrales y 28 secundarios, se le amarra una fábrica perimetral también cuadrada y ochavada de albañilería de ladrillo con argamasa de cal, sin estuco al interior y estructura regular de arcos de medio punto con cuatro zaguanes de portal dispuestos centralmente. Se arma así un cuadrilátero con cruce de ejes visuales idénticos teniendo como centro una fuente de agua con una escultura en bronce de motivo floral. Los portales de ingreso por el oriente y el poniente tenían dos torretas que se levantaban exhibiendo sendos relojes.
Se inician las obras en 1869, bajo las órdenes del arquitecto chileno Fermín Vivaceta y el contratista Juan Stefani. Se entrega el 23 de agosto de 1872, pero es inaugurado con fecha 15 de septiembre de 1872 por el Presidente de la República, Federico Errázuriz Zañartu.
Desde 1873 en adelante, el edificio sufre varias transformaciones que amplían y mejoran el cuerpo central. En 1884, la Municipalidad de Santiago inicia la construcción de un segundo anillo con nuevos locales en sus frentes norte, oriente y poniente. Este nuevo perímetro siguió la línea de edificación de la manzana con aporticado de ladrillo ahora en trazado de arco rebajado y distanciado del núcleo original por alrededor de 14 metros, actualmente ocupado con puestos de pescados y mariscos.
En general en esa época los usos del comercio que se daban en el Mercado Central estaban establecidos en locales de comercio mayorista de frutos del país, aves y encurtidos en las construcciones de albañilería; además, de la venta de hortalizas y frutos.
Alrededor del año 1900, se instala la luz eléctrica, los servicios higiénicos y lavadores para pescados y mariscos. Entre 1927 y 1930, se demuele el frente norte del segundo anillo para cumplir con la ley de canalización del Mapocho. En 1983, la Municipalidad de Santiago impulsa una restauración general del edificio completándose el cuerpo hacia la calle San Pablo, construido en dos niveles como una obra postiza junto a un gran árbol y en el cual se ubican hacia el interior las dependencias de la Administración del Mercado Central.
Transcurridos unos años, y después de una profunda revisión económica del municipio como propietario histórico del Mercado Central, sobre los costos de mantenimiento del edificio y su relación con los asignatarios de los locales y puestos en su interior, se determina vender el Mercado a sus locatarios en mayo de 1990, mediante el Decreto Alcaldicio correspondiente. Esta situación a la fecha ha significado que el edificio Monumento Nacional se encuentre expuesto a una acción parcialmente regulada por sus actuales propietarios agrupados en una copropiedad que debe ser respetuosa en sus intervenciones físicas, mantenimiento y uso de este edificio.
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