Segunda Luna (Julio): Luna del Agua:
Es pleno Invierno y afuera llueve a cántaros. No es un buen momento para salir de la
casa. En cambio, la Madre Naturaleza nos invita a permanecer en nuestro cálido refugio, a
dedicarnos a la introspección y a conversar tranquilamente con nuestros seres queridos. No es el
momento de la actividad ni de la productividad, porque hay que hacer durar las reservas de
alimento durante toda la época del frío, y si somos demasiado activos, los consumiremos
rápidamente. Salir a la intemperie y recorrer grandes distancias cuando cae un diluvio desde el
Cielo, es difícil e innecesario. No se trata de vencer a la Madre Naturaleza sino de caminar junto
con ella. No se trata de alumbrar con soles artificiales después de que el sol se acuesta. Se trata
de preguntarse, ¿Qué puedo hacer cuando está oscuro?
Lo que necesite luz solar, lo haré cuando haya sol. En la noche, puedo dormir, lo cual
resulta más difícil de día. Esta sincronización es fundamental. Por esta razón, las primeras cuatro
Lunas Llenas, en base también, a lo que está sucediendo climáticamente durante esta época del
año, suelen tener una naturaleza predominantemente introvertida. En relación al desarrollo
personal, se trata de ir decantando y trabajando interiormente nuestra esencia.
Según la Cosmovisión Mapuche el agua es fluir, intuición y sueños. Pero las aguas de
estos meses no se proponen la fertilidad, como lo hacen las de la Primaviera. Las Lluvias del
Invierno lavan la Tierra y así, la preparan para el siguiente nacimiento. Aplicado a nosotros
mismos, esto sería pedir sueños para limpiar nuestros empañados ojos. Poder vivir nuestra alma
sin distorsión. Significa “visión intuitiva clara” (no necesariamente agradable). Esta época es la
de las emociones y en especial, la de la pena y el llanto. Por ello, intentamos hacer fluir nuestro
propio llanto con la lluvia que cae del Cielo.
A nivel ceremonial, en esta Luna Llena se pueden tomar todos estos temas. Fluidez,
intuición, calidez, confianza, cercanía, llanto, sueños, visión clara. Y en la quietud y cobijo de
nuestra Ruka, el contacto con el dolor y la conversación profunda con nuestros seres queridos es
posible, mientras afuera hay una tormenta. Y el Ciclo nos enseña que ninguna tormenta dura
para siempre.
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