El
fresno (Fraxinus excelsior, fraxináceas) fue considerado el primer
árbol dela humanidad, el origen mitológico de toda la vegetación.
Para
los pueblos germánicos el fresno era el eje del mundo, inalterable.
Siempre estaba verde. Al mismo tiempo protegía contra los rayos. Lo
consideraban como símbolo de la fecundidad y la inmortalidad. La
mitología germánica hace frecuentes referencias a dicho árbol al
que se refiere con diferentes denominaciones, indicando siempre
seguridad y refugio.
En
Mesopotamia era considerado como árbol de la sabiduría y como el
generador de la vida. Se llegaba a realizar reuniones bajo la
sombra del fresno.
Los
griegos valoraban la solidez de su madera y la propiedad de ahuyentar
a las serpientes venenosas. Incluso lo empleaban como medicina en
forma de infusión cuando se producía un envenenamiento. Mezclaban
hojas de fresno con vino. En realidad hoy sabemos que tiene numerosos
usos medicinales.
En
el País Vasco al fresno se le llamaba “lizarra” y se hacían
fuegos a su alrededor en la noche de San Juan. Sus ramas protegían
los hogares. Por tanto, también adquirió la simbología de San
Juan Bautista. Extender sus ramas en las casas labriegas era una
clara referencia al santo decapitado.
En
definitiva, los templarios lo adoptaron como símbolo de la
fecundidad de la tierra y muchas de las Vírgenes Negras están
confeccionadas con madera de fresno, especialmente cuando éste había
sido chamuscado por alguna causa.
En
numerosos enclaves templarios de la Península Ibérica se
encuentran fresnos. Citemos algunos ejemplos:
San
Miguel de los Fresnos, en el municipio de Frenegal de la Sierra
(Badajoz), uno de los baluartes más importantes de la Orden.
Freginals,
en la comarca catalana del Montsià (Tarragona), sobre las antiguas
vías de comunicación entre Tortosa, Morella, Peñíscola y Sant
Mateu.
En
Teruel, concretamente en la comarca del Matarraña, se encuentra la
población de La Fresneda –tierra de fresnos-, que fue una
importante encomienda de templarios.
En
Asturias, Fresnedo, 14 kilómetros al sur de Villaviciosa, albergó
un convento de templarios con abundantes fresnos.
Fresno
de Caracena, en el corazón de las parameras sorianas, es otra de las
poblaciones que evocan a este mítico árbol.
Pero
el enclave más emblemático de la España mágica que está
relacionado con el fresno es, sin duda, la sierra de Aralar, en
Navarra, en cuya cima (Artxueta, 1343 m.) se alza la iglesia de San
Miguel. En torno a ese templo plantaron un círculo de fresnos,
protectores contra los rayos y ahuyentadores de serpientes venenosas.
Ese lugar es conocido como el Santuario del Fresno.
El
Fresno (Ávila), Fresnedoso de Ibor (Cáceres) y más de un centenar
de poblaciones, repartidas por toda la geografía española, tanto
peninsular como insular, evocan sus vínculos con el Temple. Buscar
fresnos es una forma de localizar antiguas Encomiendas Templarias.
En Chile es un árbol que
se encuentra con frecuencia. Adopta el nombre de fresno americano.
Puede llegar a tener unos 20 metros de alto y diez de diámetro.
Necesita abundante humedad.
Miguel Ángel Pavón
Biedma
Caballero Orden Templaria.
BIBLIOGRAFÍA
-Jesús Ávila Granados.
La Profecía del Laurel.
-La Botánica en Chile.
Árboles autóctonos.
-Encomienda de Barcelona
http://templebarcelona.blogspot.com.es/2009/10/el-fresno-el-arbol-sagrado-de-los.html
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