CARGA DE LA CABALLERÍA PESADA TEMPLARIA

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jueves, 10 de enero de 2013

LOLARDOS


Los lolardos, formaron en sus origenes cofradías que se encargaban de cuidar a enfermos durante el transcuros de epidemias. El nombre proviene del término holandés “lullen”, que significa “canturrearen voz baja», en alusión a sus salmos. Desde Alemania a los Países Bajos se expandieron hacia Inglaterra, donde John Wyclif los organizó como un grupo organizado que sería proscrito en el concilio de 1414-1418.
En los días revueltos de Ricardo II, al terminar el siglo catorce, el Lolardismo se expandió con facilidad y la llegada de la Casas de Lancaster en 1399 fue seguida por un intento de reforma y de restauración de la autoridad constitucional en la iglesia y el Estado.  Para terminar con la oposición a lo religioso, calmar las resistencias a la religión, el estado emitió en 1401, en apoyo de la iglesia, el decreto "De Hæretico Comburendo", es decir, sobre la quema de herejes. El decreto dice en su preámbulo que está dirigido contra cierta secta nueva” que pensaba de forma condenable de los sacramentos y usurpaba el oficio de la predicación “. Autorizaba a los obispos a arrestar, encarcelar y examinar a los delincuentes y entregarlos al brazo secular si eran relapsos o se habían negado a abjurar. Los condenados “habían de ser quemados” en un lugar elevado, ante el pueblo. Este decreto se debió probablemente a la influencia del obispo Arundel, pero no era otra cosa que la aplicación a Inglaterra de una ley común en la cristiandad. Una vez aprobada inmediatamente se aplicó a William Sawtrey, un sacerdote londinense, que había abjurado previamente pero que era relapso que ahora se negaba a declarar su creencia en la transubstanciación o reconocer la autorizada de la iglesia. No volvió a haber ejecuciones hasta 1410 y el decreto fue misericordiosamente aplicado por los obispos. Se hicieron grandes esfuerzos para examinar las pruebas cuando un hombre negaba su herejía y a los relapsos se les daba casi siempre el beneficio de una nueva abjuración y de hecho los quemados fueron pocos y las retractaciones muchas. Consta que se quemaron 11 herejes hasta el acceso de Enrique VII en 1485, aunque es verdad que otros fueron ejecutados como traidores por estar implicados en actos de abierta rebelión.
La actividad de los Lolardos durante los primeros treinta años del siglo quince fue enorme y su influencia se extendió por lugares del país que no habían sido afectados al principio. El este del país se convirtió al lolardismo y permaneció durante mucho tiempo como centro del mismo. Mientras tanto, las autoridades eclesiásticas continuaron reprimiéndolo. En 1407 un sínodo celebrado en Oxford, presidido por Arundel, emitió decretos para regular la predicación, la traducción de las Escrituras, la educación teológica en las escuelas y en la universidad. Un cuerpo de censores de Oxford condenaron en 1410 no menos de 267 proposiciones recogidas de los escritos de Wicleff y finalmente, el Concilio de Constanza, en 1415, le declaró hereje solemnemente.



En 1413 hubo un pequeño levantamiento de herejes en Abingdon, pero desde esta fecha el lolardismo comenzó a declinar y cuando, alrededor de 1445, Richard Pecock escribió su desafortunado "Repressor of overmuch blaming the Clergy," apenas eran ya una amenaza para la Iglesia y el Estado, como habían sido en tiempos de Walden. Fueron disminuyendo en número e importancia, aunque las actas de los tribunales episcopales muestran que siguieron sobreviviendo en sus antiguas centros: Londres, Coventry, Leicester y el este del país. Eran , sobre todo, pequeños artesanos. William Wych, un sacerdote, fue ejecutado en 1440, pero era ya un anciano y pertenecía a la primera generación de Lolardos.
El aumento de citaciones por herejía en tiempos de Enrique VII se debió probablemente a la renovada actividad de los obispos en tiempo de paz más que a un renacimiento del lolardismo. Pero si que se dio ese resurgimiento bajo Enrique VIII, ya que en un mismo día fueron quemados dos herejes, en 1511, y diez años más tarde muchos fueron encausados en sus lugares de origen y hubo algunas ejecuciones. No haya prueba de que ninguno de los primeros y más prominentes reformadores fueran Lolardos antes de ser protestantes.

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