REVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA ORDEN DE SAN JERÓNIMO
La orden Jerónima, que fue instaurada en el siglo XIV, no es, paradójicamente, una fundación de San Jerónimo. Los verdaderos creadores de la orden serían Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa, que antes que religiosos fueron nobles de la cámara de Don Alfonso XI (1311- 1350) y su hijo Don Pedro I el Cruel (1334-1369), estableciéndose una corriente de simpatía, admiración y respeto por parte de muchos miembros de la nobleza hacía esa nueva familia religiosa establecida en San Bartolomé de Lupiana (en tierras de la actual Ciudad Real) y su proyecto de renovación espiritual.
Sus fundadores fueron promotores de un movimiento eremítico de vida contemplativa que surgiría como reacción a la decadencia monástica y totalmente independiente del monacato tradicional. Como la iglesia oficial estaba mostrando una reciente oposición al desarrollo de una vida religiosa no sometida a sus reglas y controles, los eremitas se vieron forzados a cambiar esa vida por la cenobítica o de comunidad, pidiendo para ello la aprobación al Papa Gregorio XI. En 1373 obtienen la bula Salvatoris humanis generis, que puede considerarse como el documento fundacional de la orden, otorgándoles la regla de San Agustín en su doctrina, la espiritualidad de San Jerónimo como modelo para imitar a Jesucristo en su camino a la perfección y constituciones propias.
En este contexto surgiría la figura de Juan I de Castilla, que en 1389 decide entregar la antigua iglesia de Guadalupe, sobre la que tiene reconocido el patronato regio, a los jerónimos, como un eslabón más en la ambiciosa política de reforma religiosa que emprende el monarca castellano, con el fin de garantizar una administración más cuidadosa, una vida religiosa más estricta, atención más adecuada a los problemas municipales y dedicación preferente a las tareas asistenciales y espirituales. El paso de iglesia a monasterio, de clero secular a regular, pone fin a un período en el que Guadalupe pasa de ser un simple eremitorio, ha convertirse en uno de los centros marianos más importantes de Castilla, ricamente dotado, con un considerable patrimonio y con una infraestructura monástica en la que desarrollaron una vastísima política de especialización ganadera.
El ofrecimiento hecho por parte de Juan I a la naciente orden de San Jerónimo para que fuesen custodios de la Virgen Negra ypropagadores de su devoción y culto, hizo que en pocos años los jerónimos adquirieran una fama que saltaría de la sierra de las Villuercas y se extendiera por muy dilatados ámbitos territoriales.
A partir del siglo XV los jerónimos se entregarían rendidamente a los monarcas para que utilizasen y se sirviesen de la orden como propia. Figuras esenciales en la ascensión y consolidación jerónima fueron los Reyes Católicos, que mantuvieron unas relaciones estrechas y sinceras fruto del aprecio institucional y personal que les unía con la orden en general y con algunos religiosos en particular. También en este punto el padre jerónimo José de Sigüenza, lo repite explícitamente en varias ocasiones en su libro sobre la historia de la orden jerónima, "…no hay cosa en la Orden de San Jerónimo que no sea de la Casa Real".
Felipe I y posteriormente Carlos V, fortalecerían y reafirmarían la importancia y el peso que tendría la orden en el panorama eclesiástico español. Aunque sería la figura de Felipe II, con su política expansionista, la que mantendría una relación más intensa y continúa con la orden de San Jerónimo. El haber elegido como moradores de San Lorenzo del Escorial a los jerónimos significó el encumbramiento de esta casa hasta ocupar un puesto protagonista en el ámbito eclesiástico español, delegando el ejercicio material de las funciones religiosas de su imperio en una comunidad monástica. Aunque los jerónimos no desaprovecharon estas circunstancias y reforzaron su prestigio, llegaron a cotas peligrosas debido a las envidias desatadas, tanto en algunas órdenes religiosas destacadas, como en importantes títulos nobiliarios, deseosas las primeras de acaparar las distinciones que recibían, y deslumbrados los otros por el monto de las dotaciones que les entregaban los patronos de algunas fundaciones.iones.
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