Cuentan que vivía en Biescas una muchacha
preciosa, a la que pretendían todos los mozos del pueblo, pero sin
fortuna alguna. Uno de ellos, más despiadado que los demás, probó toda
clase de artimañas para conquistarla, pero como el resto jóvenes,
fracasó. Lejos de darse por vencido, invocó al diablo para que le
ayudara en su cometido. El diablo accedió a su petición a cambio de
que...
el joven le obedeciera en todos sus deseos. Al poco tiempo, ante el
asombro de todos, el chico comenzó una relación con la muchacha, quien
repentinamente quedó ciegamente enamorada de él.
Un día se les presentó el diablo y les pidió que volasen en una escoba que el mismo les facilitó. Así pues, partieron por los aires en dirección a Santa Elena y al cabo de un rato perdieron el miedo. Entonces el diablo, tal vez celoso de su felicidad, ordenó al muchacho que arrojase a la chica al vacío. En un principio se negó, pero era consciente de su trato y que debía hacerlo.
Como si de un sueño despertara, la novia se percató de la trama y pidió auxilio a Dios desesperadamente. Las fuerzas del mozo eran grandes, pero mayores eran aún las de la fe y confianza de la muchacha, quien al final ganó el pulso. El chico se precipitó cuando sobrevolaba la parte más escabrosa del barranco de Lasieso y la escoba aterrizó suavemente con la chica, sobre un puente que hasta el momento no existía. Desde entonces el puente se llama O puen d’ o Diaplo.
Un día se les presentó el diablo y les pidió que volasen en una escoba que el mismo les facilitó. Así pues, partieron por los aires en dirección a Santa Elena y al cabo de un rato perdieron el miedo. Entonces el diablo, tal vez celoso de su felicidad, ordenó al muchacho que arrojase a la chica al vacío. En un principio se negó, pero era consciente de su trato y que debía hacerlo.
Como si de un sueño despertara, la novia se percató de la trama y pidió auxilio a Dios desesperadamente. Las fuerzas del mozo eran grandes, pero mayores eran aún las de la fe y confianza de la muchacha, quien al final ganó el pulso. El chico se precipitó cuando sobrevolaba la parte más escabrosa del barranco de Lasieso y la escoba aterrizó suavemente con la chica, sobre un puente que hasta el momento no existía. Desde entonces el puente se llama O puen d’ o Diaplo.
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