La creencia en un recipiente sagrado, provisto de propiedades mágicas no es exclusiva de la fe cristiana. Desde la antigüedad, casi todas las culturas han poseído tradiciones en las que se repite la imagen de un recipiente -ya sea bandeja, cuenco, caldero o copa- con propiedades sobrenaturales, cuyo significado es el del rejuvenecimiento, la inmortalidad y la transformación espiritual.
En la antigua Grecia, por ejemplo, existía la creencia de que Medea, la hechicera, había utilizado un caldero mágico para rejuvenecer al héroe Jasón hirviéndolo en su interior, y esta bruja se jactaba de poder convertir a un viejo carnero en un joven cordero mediante el mismo procedimiento.
También los celtas poseían creencias similares. Para éstos, el caldero mágico era un recipiente con el que conseguir el renacimiento, la inspiración y la abundancia.
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