El alma material asienta en los pulmones. Es un alma sensible, presa fácil de la tristeza y la angustia. Su naturaleza es Yin, en contraposición al alma etérea que es Yang. Es mortal. Desaparece con nuestro último aliento. Es así como la tristeza, la pesadumbe y la angustia no tienen prolongación en el tiempo. Son puras ficciones "de andar por casa". Nuestra alma etérea, por el contrario, es Yang, está llena de vida. Es la que tenía su asiento en el hígado.
Los médicos chinos describen un extraño circuito energético. Está compuesto por pulmones y riñones. La energía, el Qi, sube desde los riñones hasta los pulmones. Desde allí vuelve a bajar hasta los riñones. Es un círculo infinito. Es una energía Yin descendente. El sabor a menta facilita la circulación.
Esa energía emana desde los pulmones e impregna los tejidos que se encuentran entre la piel y los músculos. Algo así como el intersticio o el tejido subcutáneo.
Intersticio
Tiene una especial querencia por nuestra espalda. Allí la energía brota como el agua que sale de una fuente. Se acumula o se estanca.
¿Cómo podemos saber el estado de los pulmones o del "alma material"?
1. Por el estado del vello cutáneo.
2. Por la nariz. Si está taponada, nuestros pulmones son presas de la humedad. Si está seca y llena de costras sangrantes la energía es escasa y predomina el calor.
3. Por la voz: una voz entrecortada, débil y jadeante denota insuficiencia de ese alma material del taoísmo.
4. Por la musculatura de la espalda. Si es dolorosa en sus zonas superiores, dorsales, indica insuficiencia energética.
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