LA SEÑORA DEL ATOCHAR
La primera mención es del siglo VII y se la atribuyen a San Ildefonso, arzobispo de Toledo, a cuya diócesis pertenecía Madrid. Ildefonso escribió a un canónigo de Zaragoza instándole a que no se olvidara en su camino hacia Toledo de visitar una imagen de Nuestra Señora, conocida como la Virgen del Atochar, con un niño sentado en su rodilla izquierda y una manzana en su mano derecha.
La Virgen de Atocha es una talla de madera, muy oscura, con el traje pintado en tonos azules y dorados. El tipo de talla, su tamaño y características indican que fue y es una virgen negra, seguramente el original que surgió de las manos del artesano que la talló y tal vez la imagen que ahora contemplamos tampoco es aquella a la que se refieren las primeras crónicas citadas.
Según consta, en el año 720 la Virgen de Atocha estaba en una ermita en la vega del río Manzanares, próxima al actual Puente de Toledo, en un lugar que se conocería como Santiago el Verde, dicen que porque era una zona bastante fértil. Gracián Ramírez, un noble visigodo que tenía un castillo en Ripa Carpetana (actual Rivas Vaciamadrid) entre los ríos Jarama y Henares, y que solía visitar la ermita todos los días, constató una buena mañana que no estaba allí la imagen. Al buscarla, la halló en los atochares. De este término dicen algunos autores que deriva el nombre de la Virgen, que significaría campo de esparto, y que era muy abundante en las riberas del río.
Gracián decide levantar una nueva ermita en el lugar de su hallazgo, camino de Vallecas, hoy avenida Ciudad de Barcelona, muy cerca si no el mismo lugar donde hoy está su Basílica.
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