CARGA DE LA CABALLERÍA PESADA TEMPLARIA

CARGA DE LA CABALLERÍA PESADA TEMPLARIA

jueves, 11 de julio de 2013

LA IGLESIA TEMPLARIA DE SAN SATURIO (SOBRE RESTOS TEMPLARIOS)



-Acceso a la cueva en la que vivió el Santo.
Se cree que los templarios de San Polo monopolizaba el acceso a la cueva de Peñalba sobre la que se construyó la ermita de San Miguel de la Peña, en la tradición dice que viviera el anacoreta visigodo San Saturio, santo patrono de la ciudad de Soria, bajo cuya advocación se encuentra el templo desde el siglo XVI y que, curiosamente, repite la estructura octogonal típica del Temple.
Inicialmente los restos de San Saturio reposaban en esta cueva encima de la que fue construida la ermita, pero al construirse el edificio religioso se trasladaron al altar mayor del templo.
Su ermita actual se construyó a finales del siglo XVII, colgada sobre el roquedal al lado del Duero.

-Interior de la gruta sobre la que se encuentra la ermita.
A la ermita se accede por la cueva situada a sus pies. En un primer término, se encuentra la sala de reuniones.   La sala posee una delicada bancada de piedra y una efigie del santo colocada en el lugar de honor.
Tras él, se encuentra el oratorio de San Miguel donde San Saturio asentó un pequeño altarcillo a San Miguel Arcángel, cuya figura, dominando al demonio, está presente en diversas estancias, tanto en escultura como en pintura. También tiene una imagen de Santa Ana procedente de una ermita situada en el cerro Santa Ana, monte arriba de ésta de San Saturio.
Por una escalera adosada a la roca se sube a las dos salas capitulares, desde cuyos balcones se contempla el bello panorama de las orillas del Duero. En la sacristía en un retablo barroco se encuentra un Cristo Crucificado de gran tamaño.
La iglesia es de planta octogonal muy alargarda, cubierta con cúpula de ocho plementos y linterna. En los frescos de sus paredes está representada la historia de San Saturio.   el paso milagroso de San Prudencio por el Duero sobre su capa, la muerte de San Saturio y su canonización por su discípulo San Prudencio, cuando ya era obispo de Tarazona. 
En la cúpula, con linterna, frescos con representaciones de santos ermitaños, entre ellos San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Benito y el propio Jesucristo en el desierto. 

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