Procedente de Urdos y del
Hospital de Gabas, cruzaba el Pirineo por Portalet. Esta ruta pasaba por
el Hospital de Secotor y la localidad de Sallent y continuaba por el
valle de Tena y la Val Ancha hasta unirse en Jaca con las anteriores.
Hay que decir que una vez establecido el camino principal cobraron
también mayor desarrollo los que cruzaban el Pirineo por otras rutas,
como ésta que entraba por Portalet descendiendo por el delicioso valle
de Tena hasta el Serrablo y Sabiñanigo. El camino pasaba entonces junto a
las iglesias mozárabes de Gavín, Susín, Busa y Larrede, para enlazar
con Jaca.
Estas iglesias de caracteres por tanto muy
peculiares, proceden de la segunda mitad del siglo X, y en ellas se
refugiaron, al parecer, los monjes mozárabes del Somontano, siendo
testigos del paso de peregrinos del Camino. El
camino llegaba a Sallent. Es curioso comprobar que en Valle de
Tena existieron cuatro cofradías de infanzones, las de Sallent,
Panticosa, Tramacastilla y Escarrilla todas ellas bajo la advocación del
Señor Santiago por lo, que probablemente deban su nombre al paso de
peregrinos por sus territorios.
La tradición del Camino Jacobeo a través del Valle
de Tena viene avalada por la existencia en este valle de dos hospitales
de peregrinos. Uno de ellos era el de Secotor, de enorme nave y descrito
por el Padre Fray León Benito Marton en su libro “Sallent, cabeza del valle de Tena, sus antigüedades y varones insignes que ha tenido en armas y letras”. Este hospital estaba situado entre la frontera francesa y Sallent, en el actual “corral de las mulas” de Formigal y por tanto en la entrada al valle de Tena.
La ruta pasaba entonces por pueblos del Valle de Tena, como la Villa
de Sallent, resguardada junto a la peña Foratata, y que en la edad media
era la población más grande del valle. Tras vadear el río Aguas
limpias, pasaba por Lanuza y por el fondo del valle, ahora anegado por
el embalse, rodeaba el estrecho de Escarrilla hasta llegar a El Pueyo.
Desde el Pueyo, y coincidiendo probablemente con el trazado de la
calzada romana que subía al Balneario de Panticosa, el camino cruzaba el
río Gállego por el llamado puente nuevo, hoy bajo las aguas del embalse
de Bubal, para llegar a Polituara. Aguas debajo de esta población, el
puente del Milano, del que aún se aprecian restos, permitía volver a la
orilla izquierda del Gállego.
Siguiendo por esta orilla y una vez atravesado el delicioso valle de
Tena se llegaba al paso natural del congosto de Santa Elena. Aunque en
aquella época no estaba el fuerte ni la ermita este bello paraje, donde
el río Gallego se constriñe y lo atraviesa el puente de los Canónigos,
ha sido lugar de paso obligado desde tiempo inmemorial y punto
estratégico para todas las comunicaciones por el valle desde la Edad
Media,
Aquí se construyeron dólmenes y se sacralizaron manantiales y cuevas,
que al paso de los siglos fueron cristianizados, se edificó un hospital
para el sosiego de los caminantes, peregrinos y viajeros y finalmente
se fortificó el paso para hacer frente a posibles invasiones.
Santa Elena
Hay
que decir aquí que en las cercanías del santuario de Santa Elena se han
hallado vestigios, entre los que destaca casualmente un fragmento de
concha de peregrino, que vienen a refrendar la teoría del trasiego de
los peregrinos jacobeos. Además en esta zona existía el segundo hospital
del Camino en el valle de Tena llamado de “San Martín de Closura”. De
él no se conserva ningún resto arqueológico ni casi apenas referencias
documentales pero se ubicaría seguramente muy cerca del actual
emplazamiento del Santuario.
Podemos pensar que el hospital de San Martín de Closura se encontraba
pues en algún punto situado en la margen derecha del río Gállego y en
las cercanías de Santa Elena. Era propiedad del Hospital de Nuestra
Señora de Secotor en Sallent y subsidiariamente del de Santa Cristina de
Somport. Debió de ser una pequeña iglesia con albergue adosado donde se
reconfortaban los peregrinos una vez rebasadas las fatigas pirenaicas y
con un cementerio donde darían sepultura a los fallecidos en el camino.
Aunque su ubicación exacta aún nos sea desconocida es probable que
perduren restos arqueológicos que algún día salgan a la luz. De hecho en
el año 1932, a la vez que se excavaban dos restos megalíticos en la
zona, D. Martín Almagro, profesor de Prehistoria de la Universidad de
Madrid hizo una exploración somera de un cementerio allí situado,
concluyendo que era de época medieval.
Posiblemente, en recuerdo a la pequeña congregación de monjes que
allí hubo, el audaz puente que cruza el Gállego en esta zona se llama
Puente de los Canonjes o Canónigos. Desde este punto, el camino cruzaría
por este puente y alcanzaría la población de Santa Engracia, hoy
desaparecida.
Una vez superados estos tortuosos estrechos pirenaicos el Camino
seguiría la orilla izquierda del Gállego para llegar a Biescas, donde el
valle se abre en una amplia y fértil vega. No obstante el cercano
Monasterio medieval de San Pelay de Gavín, debió atraer seguramente
también a numerosos peregrinos. Biescas ha gozado siempre de una
privilegiada situación geográfica, en una encrucijada de calzadas
romanas, caminos reales y vías de comunicación que atravesaban el único
puente posible para acceder hacia Sabiñánigo.
El trazado del Camino se puede rastrear en los numerosos topónimos
existentes y en la advocación de algunos templos. Así, las iglesias de
Olivan, Cartirana, Latas y Arguisal, todas ellas en el itinerario
jacobeo aquí descrito o muy cercanas a él, están dedicadas a San Martín,
Santo galo cuyo culto fue difundido por los carolingios a partir del
siglo IX.
Esta ruta que atravesaba longitudinalmente de norte a sur el valle de
Tena, la tierra de Biescas y parte del Serrablo, pasaba por los pueblos
de Oros Alto, Oros bajo, Olivan, Susin, San Juan de Busa, Larrede,
Senegüe y Aurín . La localidad de Aurín era entonces una villa
importante como demuestra que parte de su territorio fue concedido por
el Rey Alfonso I, en 1131, a San Juan de la Peña.
El camino descrito seguía al menos en algunos tramos la antigua
calzada romana que comunicaba el Balneario de Panticosa hasta la zona
del Serrablo, Llegado al actual emplazamiento de Sabiñánigo, que como es
lógico pensar no existía todavía en los tiempos de peregrinaciones, el
camino viraría hacia el oeste, siguiendo la Bal Ancha para continuar
luego hacia el oeste buscando a ya afamada localidad de Jaca.
En las cercanías del actual Sabiñánigo, este camino pasaría por la localidad serrablesa de Larrés.
En el siglo XI se construyó una torre defensiva aunque no sería hasta
finales del siglo XIV y comienzos del XV cuando se levantó el actual
castillo, que fue ampliado en el siglo XVI.
Posiblemente el Camino pasase también por lugares como el Monasterio
de Santa María de Arrasul, ya que su construcción se realizo
probablemente ya en el siglo XI. Se llegaba a él remontando el curso del
río Aurín, en las cercanías de Larrés. En la margen izquierda del río
Aurín están aún las ruinas del monasterio de Arrasul, en la pardina que
conserva el topónimo de este cenobio prerrománico, siendo de sencilla
hechura y de un románico muy arcaico.
La documentación de San Juan de la Peña da puntual noticia de este
pequeño cenobio de fundación particular, y en ella consta que el mismo
pertenecía a la familia del señor Jimeno Sanchones de Sabiñánigo y que
su hija Lupa lo entregó con todos sus bienes, al de San Juan de la Peña
en el año 1105. En 1620, el Abad Briz, cita a Santa María de Arrasul, en
su obra “Historia de la fundación y Antigüedades de San Juan de la Peña”, como antiguo monasterio dependiente del mismo.
Por último en Jaca esta ruta enlazaba con la principal de Somport,
por lo que se entiende la importancia de esta localidad en el Camino.
Hay que señalar que el Rey Sancho Ramírez la convierte en la primera
ciudad del Camino de Santiago y en la capital del reino de Aragón con
estas palabras: “Sepan todos los hombres que están hasta Oriente,
Occidente, Septentrión y Meridional, que yo quiero constituir una ciudad
en mi villa que es llamada Jaca”.
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