(Checa R., Orar es Amar, op.cit., pp. 123-125).
1.- Concentración de la mente.
2.- Debe darse con una postura corporal que favorezca la quietud.
3.- Crear un ambiente de aislamiento y de silencio.
② Exiten variaciones:
1.- Inclinar la cabeza apoyando la barba sobre el pecho.
2.- Sentarse preferentemente en el suelo o en algo bajo (banquillo, cojín).
3.- Centrar la vista en un punto, como mirándolo, no en forma rígidamente fija, o bien cerrando los ojos, para la concentración.
4.- Tomar conciencia de la respiración para unir el corazón con la mente.
5.- La repetición de las jaculatorias, puede alcanzar varios miles al día; ordinariamente han de hacerse en períodos no más largos de media hora.
6.- El número de jaculatorias va elevándose gradualmente; con el tiempo, hay que decirlas a compás con la respiración o con los latidos del corazón.
7.- Si se sigue adelante, las jaculatorias podrían aumentar al número de doce mil, y prolongarse por el espacio de todo el día.
EFECTOS DE LA ORACIÓN DE JESÚS:
A. Se experimenta cierta sensación de calor en el cuerpo.
B. El dolor, sea físico o moral, se atenúa considerablemente.
C. Nuestro físico se ve menos afectado por el frío, calor, el hambre, la sed.
D. Los pensamientos o inclinaciones son menos móviles y destructivos.
E. La concentración es más penetrante y profunda.
En un Segundo Nivel, la meditación lleva a una interiorización gradual; la oración, recitada con los labios, pasa al corazón y se produce un doble fenómeno: una impresión de angustia intensa junto con un fervor del corazón, sentimiento vivo de amor.
a) En ocaciones cesan las palabras y el sentimiento de Dios es tan vivo y eficaz, que la persona se emociona profundamente hasta las lágrimas; la mente se exulta de amor sensible.
b) Cada latido del corazón corresponde, pero ya en silencio, al significado de cada una de las palabras de la frase repetida: “Señor Jesucristo...ten piedad de mí... pecador...
c) La Palabra de Dios leída antes o después aclara más vivamente la realidad del hombre interior, que vive la vida del Espíritu.
d) Se descubre que el Reino de Dios está dentro de nosotros.
e) Se experimenta que orar es dejar expandirse al Espíritu que clama Abba.
Se está seguro de una más íntima unión con Dios.
En un Tercer Estadio, la oración que habrá centrado en Dios a la persona orante, ahora se abre al universo creado.
a) Queda el hombre invitado a una relación más amistosa con los prójimos; aún sin dirigirles la palabra y entablar conversación, se experimenta hacia ellos un gran afecto.
b) Todas las cosas, se transforman a la mirada del orante, bajo la luz del Espíritu.
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