Los drusos forman una comunidad religiosa difundida sobre todo en Líbano, Siria e Israel. A menudo se les describe como una 'secta islámica', pero su compendio teológico, aunque forma parte del conjunto monoteista, no se asemeja al del islam.
Se cree que la fe drusa empezó a formarse en el siglo XI en Egipto a través de una reforma del islam impulsada o favorecida por el califa fatimí Hakim Biamralá. Los drusos coinciden con el islam en reconocer la autoridad de los libros santos, desde la tora a los evangelios y el Corán, pero rechazan que éste último contenga el dogma definitivo. Se consideran monoteístas estrictos y rechazan que Dios pueda describirse dotado de atributos humanos, pero creen que se reencarna o se hace presente en algunas personas espiritualmente destacadas; el propio califa Hakim tendría naturaleza divina; se asegura que su desaparición en 1021 d.C. no se debe a que fuera asesinado sino que desde entonces se mantiene oculto para regresar un día como mesías.
Uno de los mandamientos centrales de la religión drusa, fielmente cumplido hasta hoy, es mantener ocultos sus dogmas y preceptos; de ahí que haya muy poca información sobre sus ritos. Además, las enseñanzas drusas permiten expresamente ocultar o negar las propias creencias o practicar cualquier otra religión si ello es necesario para evitar persecuciones o dificultades. Por este motivo no hay certeza sobre la veracidad de algunos rasgos atribuidos a menudo a los drusos por otros y negados por éstos como, por ejemplo, la existencia de imágenes sagradas de un ternero.
Entre los pocos dogmas públicos se halla el de la reencarnación: es convicción general que todo el que muere se reencarnará en un niño de la comunidad que así siempre contará con el mismo número de fieles; algunos incluso aseguran recordar escenas de sus vidas anteriores.
La población drusa se divide en dos grupos: los 'ignorantes' y los 'espirituales'. Sólo los últimos conocen la teología drusa mientras que los primeros, que representan alrededor del 80% de la comunidad, ignoran todo acerca de la teología y no tienen acceso a los escritos en los que se basa su religión. Cualquier persona, hombre o mujer, puede pedir ingresar en el círculo de los uqal, pero para ello debe destacar por una vida de recta moral y pasar largos períodos de prueba para, entre otros motivos, mostrar su capacidad de guardar los secretos que se le confiarán. Una vez admitido llevará siempre ropa negra con un pesado turbante blanco, en el caso de los hombres, o pañuelo blanco, en el de las mujeres; además mostrará siempre una postura de dignidad y no podrá beber alcohol ni fumar.
Los drusos disponen de centros de reunión, llamados jalwa (celda) en las que los jueves por la tarde se reúnen los dirigentes espirituales de la comunidad para comentar los textos sagrados o los asuntos políticos; en estas reuniones participan tanto hombres como mujeres.
Tras una breve época de misión, las comunidades drusas se aislaron y desde hace siglos, la fe sólo se transmite en el interior de las familias drusas, sin posibilidad de aceptar conversos. Los matrimonios mixtos son extremamente raros.
Difusión
La población drusa sólo forma un 7% de la población libanesa —unas 280.000-300.000 personas—, pero ejerce una gran influencia como bloque independiente frente a cristianos y musulmanes. Está dirigida desde hace décadas por la influyente familia Yumblat y forma el grueso de los votantes del Partido Socialista.
En Siria, la presencia drusa se reduce probablemente al 3% de la población, aunque las estimaciones varían entre los 400.000 y los 800.000 personas. Se centra en los montes Antilíbano, fronterizos con Líbano, y en el Yebel Duruz (Monte Druso) al sureste de Damasco. En Jordania hay unos 20.000 drusos. En Israel, los drusos —unos 120.000— habitan sobre todo en la región norte, alrededor de Haifa; son reconocido como comunidad propia por la ley israelí y, a diferencia de los musulmanes, cumplen el servicio militar. Se les considera habitualmente leales al Estado de Israel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario