La representación en el simbolismo geométrico, puede ser figurada por un paso gradual de la esfera al cubo.
La esfera es propiamente la forma primordial, porque es la menos «especificada» de todas, al ser semejante a ella misma en todas las direcciones, de suerte que, en un movimiento de rotación cualquiera alrededor de su centro, todas sus posiciones sucesivas son siempre rigurosamente superponibles las unas a las otras .
Por otra parte, el cubo es al contrario la forma más «fijad» de todas, si se puede expresar así, es decir, la que corresponde al máximo de «especificación»; esta forma es también la que se atribuye, entre los elementos corporales, a la tierra, en tanto que ésta constituye el «elemento terminal y final» de la manifestación en este estado corporal y, por consiguiente, corresponde también al fin del ciclo de la manifestación, o a lo que hemos llamado el «punto de detención» del movimiento cíclico. Así pues, esta forma es en cierto modo la del «sólido» por excelencia, y simboliza la «estabilidad», en tanto que ésta implica la detención de todo movimiento.
La esfera y el cubo eran elementos fundamentales en la iconografía de Ramón Llull.
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